sábado, 26 de diciembre de 2009

Me declaro un idiota.

Idiota de esos a quienes les pueden probar cientificamente doscientas veinticiete veces que lo que hacen está mal, pero seguirán haciendolo.

Idiota de aquellos que prefieren interpretar ese "mal" como un valor dudoso, decidido subjetivamente por quien prefiere sopesar presurosamente las cosas para apartar de sus vidas aquello que puede romper el fragil y poco amplio equilibrio de lo seguro para considerar como dispensable el atrevimiento, y luego desechar la idea de ese ambiguo y no fiable concepto de mal, para darse un panzazo directo contra el piso de concreto y romperlo para continuar en caida libre.

Idiota de esos que, luego de romperse todos los huesos del cuerpo, seguirán parandose y caminando, con una sonrisa en la cara y una melodia entre las cuerdas vocales.

Considereme un idiota, señor, pero prefiero seguir poniendo en duda mi estado mental antes de ser reconocido como un sabio, de esos que viven enclaustrados, tristemente -pero de manera segura-, en sus nada espaciosas cavernas mentales llenas de vacías riquezas.

1 comentario:

Unknown dijo...

Me encanta. En especial lo de:

"con una sonrisa en la cara y una melodia entre las cuerdas vocales."

Son-risas por doquier.
Hasta pronto :)